Sebastián Villanueva | LA HISTORIA MÁS IMPORTANTE DE MI VIDA: CAPÍTULOS CINCO Y SEIS
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LA HISTORIA MÁS IMPORTANTE DE MI VIDA: CAPÍTULOS CINCO Y SEIS

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23 mar LA HISTORIA MÁS IMPORTANTE DE MI VIDA: CAPÍTULOS CINCO Y SEIS

La pérdida de un ser querido, la muerte, la ruptura de la realidad, la creación a base de mucho esfuerzo de una nueva realidad, todo eso hemos vivido las personas que hemos atravesado un duelo. El duelo es ese proceso de adaptación a la pérdida. Yo quiero compartir con vosotros mi proceso, y cómo viví esos cambios que se produjeron en mí y en mi familia. Quizá estés atravesando ahora ese difícil camino. Y puede que te ayude. Esa es la finalidad de esta historia. Ayudarte para hacértelo más fácil

CAPÍTULO CINCO: UNA PALOMA

Un mensaje atado puede traer buenas o malas noticias. Para mi hermana Paloma, cualquier noticia era siempre buena. Porque mi hermana Paloma hace buenas las noticias malas. Muchas veces en mi vida me he preguntado cuándo empezaría mi hermana a guardar buenas noticias.

Éramos muy pequeños. Aún sólo habíamos nacido ella y yo. Vivíamos en un modesto piso de 70 metros cuadrados. Pero yo era tan feliz, que creía vivir en un castillo enorme, rodeado de un hermoso jardín donde solíamos jugar al escondite. A veces jugaba solo. Y nadie me encontraba. Nadie me buscaba tampoco. Ni yo mismo era capaz de encontrarme. A veces me perdía. Quizá aún siga allí. Perdido en el jardín del castillo donde creía estar viviendo.

Éramos muy pequeños Paloma y yo. Los viernes eran siempre una fiesta. Papá pasaba toda la semana trabajando fuera, y los viernes por la tarde volvía cargado de regalos. Yo no quería regalos. Quería tocar sus manos y oler su barba.

Mi hermana Paloma volaba por el salón moviendo la lámpara que alumbraba la mesa donde yo dibujaba. Yo no sabía volar. Por eso la única forma que tenía de verlo todo desde arriba, era esperar a los viernes por la tarde cuando mi Padre me alzaba en brazos. Y tocaba sus manos. Y olía su barba.

Aunque yo miraba muchas veces a mi hermana volar, aunque pareciese que yo deseaba ser como ella, en silencio, yo guardaba un secreto. Un secreto que estoy a punto de no llevarme a la tumba. Yo era el niño más feliz del mundo cuando ella volaba sobre nuestras cabezas, sobre la de mi Padre y la mía, meintras mi Madre cantaba una copla en la cocina, y las manos de mi Padre me enseñaban que para que todas las piezas de un puzzle encajen, uno debe tener paciencia. Y yo pensaba, sigue volando, Paloma, no bajes nunca, sigue volando.

Yo sé que ella me oía. Porque muchas veces en nuestras vida hemos hablado sin hablar.

El vuelo de mi hermana Paloma tampoco se detuvo el día que lloraba, pensando eso de Papá se muere. La Paloma rabiosa vio sus lágrimas caer y hacer un charco entre sus patas, y se alzó otra vez con fuerza. No había lámpara en este salón ni puzzle bajo sus alas. Ya no había barba que oler ni escondite donde refugiarse de mí. Ella fue la única capaz de verlo todo desde arriba. Y desde arriba pudo ver también un toro, un toro bravo que pastaba y agitaba su arboladura mientras pensaba, no, no, no y no. Ese toro era mi hermano pequeño.

CAPÍTULO SEIS: UN TORO

Mi hermano pequeño es grande. Él es más grande que yo. Él sabe montar en bici. Montar en moto. Jugar al fútbol. Él es un toro que sabe torear.

Mi hermano pequeño era un toro bronco, que coceaba ante cualquier amenaza. Algo ocurrió entonces, que en esta historia que se nos vino encima aquel mes de junio, se amosquiló tanto en la barrera, que por primera vez en su vida temió ser lidiado.

Yo muchas veces le tuve miedo, y es que sus embestidas hacían grande mi cobardía. Por eso yo, muchas veces, lo citaba desde muy cerca, para que así éstas fuesen más cortas, y justo ahí, calarle la puya en el lomo.

Él se defendía con bravura, piteaba y hocicaba a la vez. Y yo, casi siempre, retrocedía. Porque yo, yo no sabía torear.

El día que mi Padre empezó a morirse, mi hermano, que tiene la suerte de llamarse como él, José María, recibió una estocada delantera en la cerviz. No vio llegar al matador. Ninguno lo vimos llegar.

La plaza hervía al ver al torero alzarse victorioso ante la batalla. El estoque, profundo y sin el más mínimo atisbo de misericordia, enfriaba la sangre de mi hermano que, derrengado, inclinaba sus patas delanteras en una suerte de despedida.

El día que mi Padre empezó a morirse, el toro que era mi hermano, cabeceó con fuerza y vio justo en frente de él una Pata, una Paloma, un Tiburón y una Cabra. Ya no eran una presencia amenazadora. Ya no hacía falta hacernos creer que era el más fuerte. El lomo del toro que era mi hermano, cicatrizó milagrosamente, dejando el estoque dentro, para que la herida no se le olvidase nunca. Para que ahora sí, todos tuvieran una razón para indultarlo. Porque su lucha en esta corrida, fue la priemra lucha con sentido que sus astas acometían.

Entonces ahí, en ese ruedo, una Pata, una Paloma, un Tiburón, un Toro y una Cabra, se miraron a los ojos.

La Cabra dijo, yo no voy. Tú vienes, dijo el Tiburón.

La Pata dijo, voy yo sola. Vamos todos, dijo el Tiburón.

El Toro dijo, a qué esperamos? A estar listos, dijo el Tiburón.

La Paloma dijo, venga, sin miedo. Llevemos también el miedo, dijo el Tiburón.

Yo no lo dije, porque nadie querría haberlo escuchado. Yo no lo dije, porque no hubiese hecho ningún bien diciéndolo. Yo no lo dije, porque pensé que todos ya lo pensaban. Yo no lo dije, me lo tragué. Me lo tragué sin masticarlo y se hizo tan grande dentro de mí, que desde ese mismo momento, siempre necesité cuidar mi estómago a base de ranitidina. Yo no lo dije, pero lo pensé. Yo en ese momento pensé: Estamos perdidos.

Las puertas del redil se abrieron. Había una inmensidad oscura detrás. Una Pata, una Paloma, un Tiburón, un Toro y una Cabra, salieron en busca del animal que les había dado la vida.

Un León.

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12 Comments
  • María
    Posted at 06:58h, 23 marzo

    Amor, un trabajo muy bueno y muy duro. Un gran abrazo!!!

    • Sebastián Villanueva Macías
      Posted at 07:04h, 23 marzo

      Tú, casi mejor que nadie, sabes cómo fue. Y estuviste siempre cerca, por si te necesitaba. Gracias. Ahora también te necesito. Varias veces al día. Un abrazo. Te quiero.

  • Alicia Lischinsky
    Posted at 08:49h, 23 marzo

    Cariño mío! Tus reflexiones me ayudan siempre a re-pensar y a volver a sentir el proceso del duelo. Te echo mucho de menos! Un abrazote!

    • Sebastián Villanueva Macías
      Posted at 10:09h, 23 marzo

      Me alegro poder compartir contigo todo esto, Alicia. Y me alegro que te ayude. Nunca está de más Re-pensar!!! Yo tb te extraño mucho!!!

  • Anitta Villanueva Macías
    Posted at 12:28h, 23 marzo

    Deseando seguir leyendo…

  • macarena
    Posted at 15:12h, 23 marzo

    No tengo palabras. Que abrazo te daba.

  • may
    Posted at 16:51h, 23 marzo

    Con escalofrios en el cuerpo!! En ningún zoo del mundo se podría encontrar una fauna tan fantástica como la de tu familia. .Eres muy GRANDE Sebastián.

  • Rocío Macias
    Posted at 21:57h, 23 marzo

    Hola Sebas: un día más , emocionante»!! Gracias.Hoy además me ha ayudado leerte, Necesitaba reencontrarme con las cosas verdaderente importantes de la vida.Besazos!!!